La creación en 1989 de la ONT cambió radicalmente el destino de estos enfermos en el país para muchas décadas. En solo tres años nos situamos en el primer puesto mundial de donaciones de órganos
Hace casi 60 años, el trasplante de riñón en España comenzó como una hazaña pionera. Aunque en sus inicios avanzó con dificultad, provocando la desesperación de muchos pacientes renales, y sufrió una notable caída a finales de los años ochenta, este trasplante fue clave en la creación de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) en 1989.
La ONT nació como una respuesta del Ministerio de Sanidad a la compleja situación que vivían los pacientes renales, marcada por la falta de organización y las pocas esperanzas de recibir un trasplante. Los archivos de la época reflejan claramente las escasas posibilidades que existían para los enfermos renales españoles de encontrar una solución a través de un trasplante.
Con la fundación de la ONT, la realidad de estos pacientes cambió drásticamente. En apenas tres años, España alcanzó el primer lugar mundial en donaciones de órganos, un liderazgo que ha mantenido durante más de 30 años. Este avance provocó un incremento del 50% en los trasplantes de órganos en ese período, duplicándose hacia finales de los noventa. Actualmente, las intervenciones anuales han pasado de mil a 3.700, y más de 92.500 personas han recibido un trasplante de riñón. España es el único país de tamaño medio-grande donde hay más pacientes con un trasplante renal que en diálisis, especialmente en menores de 45 años, donde tres cuartas partes de ellos viven con un riñón trasplantado. Además, estudios han demostrado que, a los 10 años, las tasas de supervivencia de pacientes trasplantados en España superan en más de 20 puntos las de Estados Unidos, gracias a la atención integral posterior al trasplante ofrecida por el sistema de salud español.
El trasplante renal en España ha sido una historia de éxito que ha beneficiado a cualquier paciente que necesitara un nuevo riñón para seguir viviendo o mejorar su calidad de vida, sin discriminación por motivos económicos o sociales. Sin embargo, mirando al futuro, surge la pregunta: ¿se puede seguir mejorando?
En términos de cantidad, hay espacio para crecer. La incidencia de la enfermedad renal y la demanda de trasplantes siguen aumentando, incluyendo casos que antes no se consideraban aptos. Al mismo tiempo, la oferta de órganos continúa en ascenso, impulsada por donaciones de personas vivas y donaciones a corazón parado, que ya representan el 40% de los trasplantes de riñón. Sin embargo, algunas comunidades autónomas, como Madrid, deben incrementar sus tasas de donación para acercarse a la media nacional.
Por otro lado, la calidad del proceso ha mejorado gracias a tecnologías como las máquinas de perfusión renal, que aumentan la viabilidad de los riñones donados. También se espera que la cirugía robótica contribuya a mejores resultados. Aunque no se han desarrollado nuevos medicamentos revolucionarios contra el rechazo en los últimos años, la optimización en el uso de los tratamientos existentes ha generado avances significativos. Nuevas estrategias experimentales, como la inmunotolerancia mediante células madre del mismo donante, podrían representar un salto cualitativo en el futuro.
Es importante señalar que ahora se realizan trasplantes en pacientes y órganos más complicados, lo que exige cautela al comparar resultados con épocas pasadas. En cuanto a los xenotrasplantes con órganos de cerdo modificados genéticamente, actualmente no se consideran necesarios ni seguros en España, dado que la oferta de trasplantes casi iguala la demanda y los riesgos aún superan los beneficios.
En conclusión, el éxito de España en el trasplante renal no ha alcanzado su límite, y las expectativas para el futuro son optimistas. Seguir la estrategia trazada por la ONT será crucial para mantener y mejorar los logros alcanzados.