Dice un refrán popular que «del cerdo hasta los andares«, para indicar que del mismo se aprovecha todo, incluidas las pezuñas. Y efectivamente, aún con no muy buena prensa, este animal ha contribuido y contribuye decisivamente a la alimentación humana desde hace milenios y protagoniza delicias gastronómicas más o menos contundentes urbi et orbi. Pero por si todo ello fuera poco, en los últimos meses se están publicando una serie de investigaciones que muestran que los cerdos ocupan un papel central en los avances más importantes registrados desde hace años en el mundo de los trasplantes.

A principios de año se hacían públicos en Estados Unidos dos trasplantes de riñones de cerdo modificados genéticamente mediante la técnica CRISPR, empleando como receptores personas en situación de muerte cerebral, y lo más espectacular un trasplante de corazón obtenido mediante la misma técnica, realizado en la Universidad de Maryland a un paciente de 57 años que sobrevivió dos meses falleciendo aparentemente como consecuencia de una infección por CMV porcino. De estos trasplantes y, por supuesto, de la empresa Revivicor, productora de los mismos en su granja de Blacksburg, Virginia, nos ocupamos desde estas líneas, haciendo hincapié en que aparte la gran importancia científica de estas experiencias, de ellas se derivaban una serie de implicaciones éticas, epidemiológicas, económicas y organizativas de gran interés y que habrá que seguir con suma atención.

Y a principios de agosto, la revista NATURE publicaba un trabajo de la Universidad de Yale (New Haven, Connecticut) en el que demuestran la recuperación de ciertas funciones de distintos órganos susceptibles de ser trasplantados, como el corazón, hígado o riñones en cerdos tras un periodo de parada cardiaca de una hora de duración. Durante este periodo, que en el mundo de la preservación de órganos se conoce como «isquemia caliente», no habían llegado sangre, oxígeno ni nutrientes a ninguna parte del organismo del animal, muerto a todos los efectos y con unos órganos que con los criterios actuales no serían en modo alguno, válidos para trasplante.

El gran hallazgo de los investigadores norteamericanos es que el proceso de destrucción celular producido tras una parada cardiaca, mantenido durante una hora y que llevaría inexorablemente a la destrucción de todos los órganos, puede ser detenido y en parte revertido mediante un dispositivo denominado OrganEx, básicamente un sistema de circulación extracorpórea que bombea al cuerpo del animal una solución diseñada por el grupo de Yale, que sirve de nutriente a las células, en el que el oxígeno es transportado por una hemoglobina sintética y a la que se añaden diversas sustancias, sobre todo para frenar los procesos inflamatorios que llevan a la destrucción celular.

«La oxigenación por membrana extracopórea ha facilitado la gran difusión de la donación en parada cardiaca, que representa la tercera parte de todos los donantes en España»

Aunque los principios de funcionamiento no son los mismos, los objetivos son similares a los perseguidos con la técnica de «oxigenación por membrana extracorpórea» (ECMO) que hoy por hoy es el ‘gold standard’ no solo en la recuperación de numerosos pacientes sino también en la de órganos para trasplante que de otra forma habrían perdido su viabilidad. En gran medida, esta técnica ha facilitado, por ejemplo, la gran difusión de la donación en parada cardiaca que hoy representa la tercera parte de todos los donantes en España. Pues bien, hay que decir que, en el modelo porcino, el OrganEx se mostró claramente superior al ECMO en todos los parámetros comparados utilizando ambas técnicas.

En realidad, el OrganEx no hace sino seguir la misma línea de un dispositivo similar denominado BrainEx, utilizado ya por los mismos investigadores en 2019 en cerebros de cerdos muertos cuatro horas antes, para devolver la función a algunos grupos celulares del sistema nervioso central del animal, aunque en ningún momento se recuperó la función del cerebro en su conjunto. La extensión de la experiencia a otros órganos adaptando el dispositivo era un paso casi obligado, logrando recuperar de esta forma una funcionalidad impensable con los métodos actuales y que permite albergar esperanzas de que se pueda utilizar en la clínica para aumentar la cantidad y la calidad de órganos para trasplante.

Con todo, hay que ser prudentes ya que faltan aún muchos detalles antes de su aplicación en humanos, pero las puertas que se abren son enormes y en más de un campo de la Medicina, como la mejora del pronóstico del corazón o el cerebro tras sufrir un accidente vascular o un traumatismo, o mientras se les somete a procedimientos de cirugía reduciendo al mínimo los posibles daños e incluso regenerando zonas dañadas.

«En el mundo de los trasplantes, las dos vías de mejora actuales son el aumento de órganos disponibles y la mejora cuantitativa y cualitativa de ellos»

No obstante, lo más evidente es incrementar de manera significativa el número de donantes de órganos al aumentar de forma importante el tiempo potencial transcurrido desde que se para el corazón hasta que se puede comenzar el proceso de la donación, lo que abre unas perspectivas aún insospechadas. Además, los datos cualitativos obtenidos con este método cuando se comparan con los métodos actuales de referencia son muy superiores, lo que indica que la calidad de los órganos a trasplantar sería también mucho mejor y, por tanto, también la supervivencia potencial de estos trasplantes.

Y como en el caso de los «cerdos humanizados», también se plantean nuevas consideraciones bioéticas.  La constatación de que se puede recuperar la función de células seriamente dañadas, incluso del sistema nervioso central nos va a obligar a profundizar en el diagnóstico de muerte y en los protocolos de reanimación cardiopulmonar, así como probablemente a cambiar algunos de los esquemas actuales de acuerdo con los resultados que se obtengan en humanos.

En el mundo de los trasplantes, las dos grandes vías de mejora en la actualidad son el aumento de órganos disponibles y la mejora cuantitativa y cualitativa de los órganos obtenidos de los donantes con los que contamos (por desgracia lo de los nuevos fármacos anti-rechazo está bastante parado desde hace muchos años). En ambos frentes, el cerdo se ha convertido en el mejor aliado para que podamos seguir avanzando.

Fuente: www.redaccionmedica.com

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