Existen evidencias de que la enfermedad COVID-19 en pacientes en lista de espera de un trasplante y en los ya trasplantados se manifiesta con formas más graves, con mayor número de ingresos en Unidades de Cuidados Intensivos y con un mayor riesgo de muerte que en la población general.
Las vacunas frente al COVID-19 aprobadas están basadas en ARNm o vectores virales no replicativos (ninguna presenta virus vivos atenuados) y están demostrando suficiente eficacia y seguridad en la población general y, si bien los ensayos clínicos realizados no han incluido pacientes en lista de espera ni trasplantados de órganos sólidos, la experiencia previa con otras vacunas similares (vacunas contra virus respiratorios) han demostrado claramente un balance beneficio favorable en este grupo de pacientes. Por tanto, consideramos que la ventaja potencial de la vacunación de los receptores de trasplante supera cualquier incertidumbre respecto a una eventual reducción de la eficacia de la vacuna y / o una percepción de falta de seguridad, ya sea por aumento de rechazos o por reacciones adversas a la misma.
En este momento de la pandemia y con las evidencias disponibles, la comunidad científica (FACME,SEIMC, Gesitra-IC, SEN, SETH, BTS) ha emitido diferentes informes donde se considera que la vacunación frente al SARS-CoV-2 en pacientes en listas de espera de un órgano o tejido, así como en los pacientes trasplantados en situación clínica estable, aportaría un gran beneficio con mínimo riesgo y por ello la SATOT considera que estos colectivos deben ser incluidos dentro de los grupos prioritarios para la administración de cualquiera de las vacunas aprobadas por las agencias regulatorias frente al SARS-CoV-2, con las siguientes consideraciones:
En este momento de la pandemia y con las evidencias disponibles, la comunidad científica (FACME,SEIMC, Gesitra-IC, SEN, SETH, BTS) ha emitido diferentes informes donde se considera que la vacunación frente al SARS-CoV-2 en pacientes en listas de espera de un órgano o tejido, así como en los pacientes trasplantados en situación clínica estable, aportaría un gran beneficio con mínimo riesgo y por ello la SATOT considera que estos colectivos deben ser incluidos dentro de los grupos prioritarios para la administración de cualquiera de las vacunas aprobadas por las agencias regulatorias frente al SARS-CoV-2, con las siguientes consideraciones:
– Se vacunarán con el mismo número de dosis utilizadas para la población general.
– En pacientes en lista de espera se debe completar la vacunación al menos 2 semanas antes del trasplante (con la finalidad de conseguir respuesta inmune adecuada) o a partir del primer mes postrasplante de órganos sólido si la situación clínica lo permite (excepto en los casos urgentes e hiperinmunizados) y de 3-6 meses en trasplantados de progenitores hematopoyéticos. Asimismo, se recomienda esperar 3-6 meses en pacientes que hayan recibido terapias de inducción con agentes anti-células T o anticélulas B.
– No debería ser necesario realizar modificaciones de la inmunosupresión por el hecho de recibir la vacuna.
El rechazo o las contraindicaciones a la vacunación deberán ser analizadas por los equipos de trasplante junto a los pacientes, con el objeto de valorar la repercusión, así como los beneficios individuales y colectivos de esta circunstancia, pudiéndose ver modificada la decisión final sobre el momento de la realización del trasplante.
La vacunación deberá ser administrada en los centros asignados por la Comunidad Autónoma o responsables locales de salud, al igual que ocurre con la población general, siendo recomendable ponerlo en conocimiento de las unidades de trasplante de referencia o de los especialistas que llevan el seguimiento de los pacientes en listas de espera, con el objetivo de descartar contraindicaciones individuales.
Entre las medidas de prevención de la COVID-19 sigue siendo recomendable priorizar la vacunación de todo el personal sanitario y no sanitario que les atiende así como la de extremar las precauciones entre convivientes, personal y pacientes debido a que se trata de pacientes con grandes riesgos de complicaciones asociadas a la infección.