Ancianidad, fragilidad, hipertensión, diabetes, obesidad, demencia, cáncer… En su avance aniquilador, la covid-19 busca cualquier debilidad fisiológica para entrar a matar. Biología cacotanásica, muerte acelerada y sin compasión. Los trasplantados –un millón y medio en el mundo según datos de la Organización Mundial de la Salud– forman otro colectivo indefenso.
“La infección es más frecuente y más grave en pacientes trasplantados que en la población general, con una mortalidad del 27%. No obstante, el curso más agresivo de la infección en el trasplantado parece relacionarse más con su perfil demográfico y de comorbilidad, que con el hecho de ser trasplantado”, dice Beatriz Domínguez-Gil, directora general de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).
El dato de mortalidad lo acaban de publicar en American Journal of Transplantation, tras analizar la información de 778 trasplantados con covid-19 recogida hasta el 13 de julio: 423 eran de riñón, 113 de progenitores hematopoyéticos, 110 de hígado, 69 de corazón, 54 de pulmón, 8 de páncreas y uno multivisceral. La mediana de edad era de 61 años, el 66% eran varones y el intervalo desde el trasplante de 59 meses.
La incidencia de covid-19 en trasplantados fue, según la ONT, dos veces mayor que en la población general; el 13% de los casos se contagiaron en el hospital. En el 85% de los casos hubo que reajustar la inmunosupresión. Murieron 174, el 27% de los afectados. Los trasplantados de pulmón, edad superior a 60 años e infección nosocomial fueron factores agravantes.
La mayor incidencia de contagios entre trasplantados lo reflejaban también los datos de marzo y abril de la Sociedad Española de Trasplante Hepático: una cifra de covid-19 del 0,84% entre los trasplantados de hígado, lo que duplicaba la tasa de la población general española, según informaban en septiembre pasado en una carta en la revista Transplant International.
Plan especial de seguridad
La pandemia ha obligado a extremar por tanto las medidas de seguridad en este colectivo de alto riesgo y ha llevado a la ONT a diseñar un plan especial, resumido en la revista Cirugía Española en el número de agosto-septiembre y disponible en la web de la ONT. “Hemos dado unas instrucciones claras a la red sobre cómo gestionar el programa de donación y trasplante”, explica Beatriz Domínguez. “En situación de colapso del sistema sanitario, nuestra recomendación es priorizar a los pacientes en situación de urgencia o estado crítico, así como a aquellos difíciles de trasplantar para los que surgiera una oportunidad precisamente en ese momento”.
Dotada por sistema de unos escrupulosos sistemas de control y seguridad, la ONT se ha adaptado a estos tiempos víricos con guías más claras para evaluar a donantes y receptores, y con cribados sistemáticos del virus siguiendo los estándares de la Sociedad de Infecciosas y Microbiología. “Se han refinado las evaluaciones con cribados sistemáticos y amplios periodos de cuarentenas, se evitan desplazamientos, la extracción se efectúa in situ y en circuitos libres de covid”.
Las medidas forman parte de un plan dinámico que se va adaptando a la situación epidemiológica en cada momento. Sus dos principales objetivos son paliar el impacto de la covid-19 en la actividad de donación y trasplante, y garantizar la seguridad de los pacientes trasplantados y en lista de espera, así como de los profesionales sanitarios que participan en esta actividad.
De la euforia al colapso
A pesar de la situación, la directora de la ONT se muestra orgullosa de la reacción de sus equipos. Los meses de enero y febrero habían sido espectaculares en donación de órganos y trasplantes, pero el coronavirus colapsó el sistema hasta ponerlo a cero en la semana del 3 al 9 de abril, al igual que ocurría en el resto de países, con reducciones progresivas en función del avance de la pandemia.
Hasta el confinamiento de marzo, la actividad media de trasplante en España se mantenía en 7,2 donantes/día y 16,1 trasplantes/día. Después, las cifras cayeron a 1,1 y 2, respectivamente. “Las UCI estaban desbordadas y no podían garantizarse circuitos hospitalarios libres de riesgo”. Pero gracias al esfuerzo de los coordinadores y los equipos de trasplantes, desde el 13 de marzo -anuncio del Estado de Alarma- hasta el 22 de octubre se han realizado 2.285 trasplantes de 1.056 donantes.
“Creo que es una cifra espectacular teniendo en cuenta lo que hemos vivido”, valora Beatriz Domínguez. “Quiero ensalzar en particular la labor de los coordinadores de trasplante, ya que la mayoría de ellos son profesionales de unidades de cuidados intensivos y han tenido que trabajar al 200% en las UCI para atender a los pacientes con covid-19 y, simultáneamente, mantener el programa de donación en sus centros”, declaraba en la web de la OMC Médicos y Pacientes. “Ahora mantenemos una actividad que se aproxima a la que teníamos en los meses correspondientes de 2019”.
Con todo, si se comparan los nueve primeros meses de este año con los del año 2019, el descenso de donación es del 26% y el de trasplantes del 22%, mucho menor que la de otros países comparables. “Hemos recuperado un ritmo de actividad de donación y trasplante que se aproxima al de 2019. Insisto en la relevancia de haber logrado ‘cierta normalidad’ en nuestro ámbito encontrándonos todavía en una situación pandémica”.
Si bien el volumen de pacientes en lista de espera permanece estable, la directora de la ONT no descarta sin embargo una mayor mortalidad tanto por los retrasos acumulados -otro de los efectos colaterales de la pandemia- como por esa mayor incidencia del coronavirus en trasplantados. Quiere dejar a pesar de todo un mensaje de esperanza basado en los esfuerzos de sus equipos, en la recuperación del programa, siempre y cuando la segunda ola lo permita, y en ese plan de especial seguridad.
Fuente: Diario Médico