El ex director de la ONT, Rafael Matesanz, pide elevar al 20% el presupuesto de AP para parar la epidemia antes de que llegue al hospital y critica que Simón justificara decisiones «claramente políticas» como esperar al 8-M para tomar medidas.
Durante 25 años lideró la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) que él mismo fundó y la mantuvo como orgullo patrio al margen de los vaivenes y colores políticos. Hace ya tres años que cedió el testigo, pero Rafael Matesanz en realidad nunca ha necesitado el parapeto de la jubilación y de estar al margen del día a día para hablar sin tapujos.
Con un premio Príncipe de Asturias a la espalda por su labor en la ONT y el respeto reconocido no sólo del sector sanitario sino de la sociedad civil, Matesanz ha sido elegido junto a otros 8 expertos y el ministro de Sanidad, Salvador Illa, para comparecer en la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del Congreso de los Diputados, una comisión llamada a reformar el sistema sanitario para evitar que se repitan los errores que se han producido durante la epidemia de coronavirus y a sentar las bases para esquivar la profunda crisis económica que se avecina.
PREGUNTA: ¿Cuál ha sido el gran error de España en la gestión de la crisis sanitaria del coronavirus?
RESPUESTA: Han sido muchos, pero se pueden resumir en una infravaloración del riesgo, con tardanza injustificada en el aprovisionamiento de materiales y en la adopción de medidas, que nos ha hecho llegar tarde a todo, con las consecuencias que estamos padeciendo. Pudiera haberse entendido al principio, cuando el virus estaba limitado a os países asiáticos, pero la parálisis total cuando ya estaba en Italia es incomprensible.
P. ¿Lo ha hecho España peor que otros países? ¿Qué podía haberse evitado y qué no? Personalmente, ¿llegó a creerse usted en su momento aquello de “es sólo como una gripe”?
R. Se ha hecho peor que muchos otros países, con fallos clamorosos en la gestión de todo el proceso, pero evidentemente no se ha llegado a los grados de delirio que hemos visto en Brasil, USA o incluso los primeros momentos del Reino Unido. Modelos de gestión han sido Alemania, los países nórdicos, Nueva Zelanda, Corea, y los más cercanos Portugal o Grecia pese a tener unas sanidades mucho más precarias que la nuestra, entre otros.
Lo de la gripe lo dijeron con pleno convencimiento, entre otros, algunos de los expertos del ministerio y hubo hasta quien bromeó en una entrevista en Galicia con que si el huésped del Covid-19 pudiera ser el percebe. Todo por “no alarmar”.
“La parálisis total cuando el virus ya estaba en Italia es incomprensible”
Yo me quedo con lo que el Dr. Pedro Cavadas dijo el 30 de enero, mes y medio antes de que declararan el estado de alarma: “Es un virus que se contagia muy fácilmente, es muy agresivo y cuando en China, que no es el país más transparente del mundo, aparentan transparencia desde el minuto uno a mí preocupa”, “si han levantado un hospital en dos días tienen que tener un buen motivo. No parece una broma ni un truco para vender mascarillas”. Y añadía: “han confinado a una población equivalente a la española y para ello, deben tener un buen motivo”. Un experto con dos dedos de frente, aunque no sea epidemiólogo.
P. ¿Qué opinión le merece la actuación de las dos caras visibles de estas crisis: Salvador Illa y Fernando Simón?
El ministro ha actuado como cualquiera a quien sin tener la más mínima noción de la cartera que ocupa (algo que ha sido la norma más que la excepción en sanidad), le cae encima un problema de esta magnitud a los 15 días de tomar posesión. Sin equipo propio ni criterio para saber de quien tiene que rodearse ni que medidas había que tomar o cuando, ha tenido que ir aprendiéndolo todo a marchas forzadas. El problema es que no era el momento ni el tema para hacer cursillos.
Fernando Simón es un buen profesional, colocado en el lugar y en el tiempo inadecuados. No se entiende que un subdirector general sea el único experto que salga todos los días a dar la cara como tal, a justificar decisiones técnicas que luego se han mostrado claramente erróneas, ni que parezca que aparte del ministro y él no hay nadie más entre medias en el ministerio (¿dónde está el resto?).
“Esperar a que pasara el 8-M para tomar medidas es una decisión claramente política que Simón no debería haber asumido ni justificado nunca”
Decisiones del calado de las adoptadas deberían haber sido avaladas públicamente por bastante más gente, aparte las tertulias de los medios afines. Otras, como tener que esperar a que pasara el 8-M para tomar algún tipo de medida que en otros países ya se habían adoptado, son claramente políticas y no las debería haber asumido ni justificado nunca.
P. ¿Ha habido torpeza, negligencia política o simple mala comunicación? ¿Se ha confiado en los expertos y técnicos inadecuados?¿Ha fallado la ciencia? ¿O estamos sufriendo simplemente el efecto de los recortes sanitarios de años anteriores y de las transferencias sanitarias a las autonomías sin un ministerio fuerte?
R. La pregunta resume muy bien la tormenta perfecta con la que nos hemos encontrado. Una década perdida para el sistema sanitario por los tremendos recortes de la crisis del 2008, un ministerio irrelevante, con 9 ministros en los últimos 10 años, la mayoría ajenos al sector y con una parálisis política total en los últimos tiempos nos han hecho llegar a un momento crítico como éste en unas circunstancias difícilmente empeorables.
“La epidemiología, empezando por la OMS, ha demostrado con una actitud funcionarial y grandes servidumbres sociopolíticas”
Frente a ello, está claro que los expertos no han sido los adecuados porque algunos hubo, ajenos al ministerio, que sí opinaron que había que haber actuado antes. A ello se une una mala dirección y una pésima comunicación. Como digo, una tormenta perfecta.
P. ¿Qué siente como médico sobre cómo se ha tratado a los sanitarios en esta crisis?
R. Literalmente se les ha mandado a la guerra desarmados. Las imágenes de sanitarios con bolsas de basura son de lo más vergonzoso que he visto a lo largo de mi carrera profesional, acrecentado por no haberles hecho los test que se gastaban larga mano con los ministros y familiares, con lo que no solo se contagiaban ellos, sino que lo hacían con los demás.
“Las imágenes de sanitarios con bolsas de basura son de lo más vergonzoso que he visto a lo largo de mi carrera profesional”
Es cierto que el reconocimiento popular ha sido gratificante, pero el riesgo de que, pasada la pandemia, los responsables se olviden de cualquier reivindicación es bastante más que una hipótesis.
P. Ha habido mucha confusión alrededor de las cifras de casos, fallecidos etc. ¿cree que ha habido manifiesta falta de transparencia o simplemente la sociedad no ha llegado a entender los necesarios ajustes técnicos que exige el seguimiento de una crisis de esta magnitud?
R. El hecho de cambiar, creo que siete veces ya, de criterio para dar los datos, es una prueba de la incapacidad ministerial para articular desde el principio un sistema fiable de recogida de los mismos, algo nada extraño en nuestro sistema sanitario.
La mayor falta de transparencia viene de la no contabilización de las muertes en residencias por el hecho de no haberles hecho el test, lo que suena tremendo como criterio de exclusión.
«Cambiar 7 veces ya de criterio para dar los datos es una muestra de la incapacidad ministerial para articular un sistema fiable»
El sistema de “exceso de muertes” respecto a años previos (el llamado Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria – MoMo, del ISCIII), me parece el método más creíble y además concuerda con las estimaciones de las comunidades que sí han dado estas cifras, hasta colocar el número total de fallecimientos en unos 43.000.
Es el utilizado para comparar datos internacionales dada la discrepancia metodológica entre países, y por el que recientemente el Financial Times nos ubicaba como el país del mundo con mayor mortalidad per cápita.
P. Se han tomado decisiones tan trascendentes como polémicas en asuntos como impedir la salida de ancianos de las residencias y/o limitar su acceso a las UCI. ¿Cree que se ha extralimitado el Gobierno en sus decisiones sobre los individuos y sobre el criterio clínico o la situación así lo exigía? ¿Necesita el país un debate y reflexión bioética para abordar cuestiones como ésta?
R. Yo creo que la mayoría de esas decisiones se han tomado bajo criterios clínicos de gran presión asistencial y psicológica que no me siento capaz ni autorizado a discutir.
«Hay que hacer planes de contingencia para todas las especialidades y prepararse para un rebrote»
Puedo entender que los familiares de quienes se hayan sentido perjudicados los critiquen e incluso puedan optar por la judicialización, pero en mi opinión, desautorizar en frío a quienes tomaron esas decisiones es de lo peor que se nos puede ocurrir en la postpandemia. ¿Quién adoptaría esas decisiones, por otra parte necesarias en el día a día, en una situación similar?
P. ¿Ha sido precipitada la desescalada o cree que ha estado bien planificada?
R. A la vista de lo que han hecho otros países, creo que no. Se podría haber estructurado de otra forma, pero no creo que la precipitación esté entre sus defectos sino más bien todo lo contrario.
P. ¿Debemos realmente temer un rebrote? ¿Cómo debe prepararse el sistema sanitario ante ese posible rebrote? ¿Qué necesita? ¿Simplemente EPI y respiradores? ¿Más personal? ¿Cambios organizativos o de gestión? ¿Más fondos? ¿Refuerzo de la pública? ¿Una actuación internacional? ¿Un refuerzo de las competencias nacionales en detrimento de las autonómicas?
R. Es preciso prepararse como si realmente se fuera a producir un rebrote o bien una segunda oleada. Las recetas nunca son únicas y haría falta casi todo lo que ahí se sugiere, desde más fondos a un refuerzo de las UVI o una reserva estratégica de todo lo que ha faltado en esta pandemia.
Pero si me tuviera que decantar por una medida, tanto a corto como a largo plazo, sería una apuesta fuerte por la atención primaria, con una ampliación de presupuesto que debería alcanzar progresivamente el 20% del gasto sanitario desde el 13,6% actual, con un fuerte empujón inicial.
“Las residencias deben medicalizarse a través de la atención primaria como única solución coherente”
La pandemia hay que pararla antes de que llegue al hospital y solo se lograría con más medios, capacidad de resolución, vigilancia epidemiológica, rastreo, con posibilidades reales de hacer los test necesarios…y con un gran papel para la enfermería. En suma, todo lo que ha faltado en la actual crisis y que solo es posible con una inyección importante de medios y una reorganización de sus funciones.
P. ¿Cómo debe estructurarse la atención a los más mayores y el ámbito de las residencias para evitar problemas como el que ha surgido?
R. En la misma línea que lo anterior. Las residencias deben medicalizarse a través de la atención primaria como única solución coherente y esta es una razón más de las muchas que hay para reforzarla.
P. ¿Qué debe hacerse ahora para evitar efectos colaterales del coronavirus en otras patologías por retrasos y falta de atención a pacientes oncológicos, listas de espera, etc.?
Hay una relación directa entre la capacidad de resolver todos esos problemas y los recursos que estemos dispuestos a destinar a ello, y mucho me temo que el dinero de que dispongamos, que no será mucho vaya a tener otros destinos no precisamente sanitarios. Ojalá me equivoque.
«Temo que el dinero del que dispongamos, que no va a ser mucho, tenga destinos no precisamente sanitarios»
En todo caso, es preciso preparar planes de contingencia para la era post-Covid en todas las especialidades, como el que ha preparado la ONT con las CCAA para la donación y el trasplante, para tener bien previstas las necesidades y la mejor forma de actuar.
P. Ha habido muchos estudios e indicaciones contradictorias a lo largo de esta crisis, sobre los tratamientos, las distancias de seguridad, las mascarillas…. ¿Qué debe aprender la comunidad científica también sobre su propia actuación? ¿Y la sociedad civil?
R. Un buen baño de humildad. La epidemiología no es una ciencia exacta ni todopoderosa, pero aquí lo ha demostrado con toda claridad, comenzando por la OMS y siguiendo por sus devotos en todo el mundo, con una actitud funcionarial y con grandes servidumbres sociopolíticas, deseando agradar a todo el mundo, lo que no aporta nada a su credibilidad.
“La sociedad civil debe saber que no son buenos tiempos para el individualismo»
La sociedad civil y en especial la española debería comprender que, ante un problema de salud de este calibre, puede y debe confiar en sus sanitarios, y muy poco en sus políticos, pero que sólo desde la responsabilidad colectiva los esfuerzos llegarán a buen puerto. No son buenos tiempos para el individualismo.
Fuente: https://diariomedico.com/