Un trabajo realizado por el Departamento de Urología de la Clínica Universidad de Navarra ha demostrado que la perfusión pulsátil mediante máquina es una alternativa más eficiente para conservar el riñón antes del trasplante. Esta tecnología reproduce de forma mecánica el flujo sanguíneo y mantiene el órgano entre 2 y 8 grados mientras elimina restos de sangre de forma continua. Todo ello permite prolongar el tiempo de preservación y mejorar el estado del injerto.

El trasplante renal es el tratamiento definitivo para la insuficiencia renal crónica, una patología progresiva en la cual el riñón deja de funcionar de manera irreversible. Según datos de la Sociedad Española de Nefrología, 151 personas por cada millón de habitantes en España reciben terapias sustitutivas por enfermedad renal avanzada, lo que incrementa la demanda de donantes y órganos aptos.

Hasta ahora, la práctica habitual para conservar el riñón era el almacenamiento en frío estático: el órgano se colocaba en un contenedor estéril, inmerso en una solución específica y refrigerado con hielo. El estudio de la Clínica ha comparado ese método con el uso de la máquina de perfusión pulsátil.

“Con este sistema observamos mejores condiciones del injerto y una menor necesidad de diálisis tras la operación. Eso se traduce en menos días de ingreso y en una mayor calidad del órgano”, explica el Dr. Daniel Sánchez Zalabardo, subdirector del Departamento de Urología.

El trabajo incluyó 28 trasplantes: 14 riñones se conservaron mediante la máquina y otros 14 con el método tradicional. Los resultados mostraron una reducción significativa de la función renal retrasada en los pacientes que recibieron órganos preservados con perfusión pulsátil, mejores parámetros analíticos en el alta y una estancia hospitalaria media dos días inferior.

Aunque la incorporación de estas máquinas supone un coste adicional para los centros, el Dr. Sánchez Zalabardo señala que “el balance es positivo” gracias a la reducción de complicaciones y sesiones de diálisis posteriores.

Navarra vuelve a marcar cifras máximas de trasplante renal

En 2024, Navarra ha vuelto a alcanzar 56 trasplantes de riñón en un año, igualando el récord logrado en 2016. Desde la primera intervención realizada en 1969, la comunidad ha mantenido un modelo de colaboración público-privada que ha permitido consolidar este tipo de cirugías.

“La coordinación entre instituciones funciona y está muy afinada tras más de 50 años”, comenta Micaela Sancho, coordinadora de trasplantes de la Clínica Universidad de Navarra.

Cuando se confirma un donante, el hospital comunica el caso a la Organización Nacional de Trasplantes, se valida la información y se asigna el órgano. El nefrólogo decide el receptor adecuado y se activan simultáneamente tres procesos: preparación del órgano, movilización del paciente receptor para el preoperatorio y coordinación entre equipos. Finalmente, el riñón llega al quirófano conservado por la máquina de perfusión. Si todo evoluciona favorablemente, el alta puede producirse alrededor de la semana de ingreso.

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